martes, 10 de junio de 2008

Desde mi celda


Hace poco me cambiaron de celda.
Ésta es más grande y tiene mejores vistas...
Desde mi celda puedo ver cómo pasan los niños, cada mañana, para ir al colegio y, cómo a uno de ellos, todos los días, lo tiene que llevar su madre arrastrando y llorando porque no quiere volver a ser abandonado por su mamá...
Desde mi celda observo los pájaros revoloteando, posándose alguna vez sobre el quicio de mi ventana; la complicada vida de los que estan ahí fuera, siempre con el paso firme y mirando al horizonte; el ir i venir de los coches que, incansables, no cesan de molestar hasta entrada la noche...
Desde mi celda, también diviso el jardín de la urbanización donde mi hermano tiene un apartamento, lleno de cipreses en línea dando la bienvenida a quien quiera ir a visitarle. Yo no voy casi nunca, porque nunca lo encuentro: siempre me encuentro un escrito en la placa de su puerta con la fecha en que se fue y, curiosamente, firmado con su nombre y sus dos apellidos...
A mi tampoco no me visita nadie. Miento!: Cada día, sobre las nueve de la noche, viene a verme la soledad. Ella, con su silencio, me acompaña hasta la hora en que decido irme a la cama. Después se va. Al principio me gustaba que viniera: disfrutar de su silencio durante unas cuantas horas, llenarme de paz interior... Pero, con el tiempo se ha convertido en una presencia molesta.
No entiendo por qué no viene nadie a visitarme. Todos me dicen que no vienen porque no saben si estaré (que paradoja). Sólo salgo de mi celda para realizar los "trabajos forzados" que me impusieron al nacer... Supongo que será porque este lugar no les acaba de gustar...
Cuando estoy en la montaña, picando piedra, mis compañeros me preguntan que es lo que hice para estar entre rejas. Buena pregunta. No lo sé. Supongo que la vida se ha encargado de girarse en contra de mi. Siempre intenté hacer el bien a la gente que me rodeaba y, de repente, me encontré aquí encerrado, sin juicio previo en el que me pudieran acusar ni defender de nada.
No sé cuantos años me han caído. Tal vez cadena perpétua... Hasta entonces o hasta siempre, continuaré "disfrutando" de estas maravillosas vistas que mi nueva celda me ofrece.

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